En 2018 la familia Almaraz llegó a nuestra Multi-Family Office con una preocupación muy concreta: cómo trasladar los dos millones de euros que habían generado los fundadores —una primera generación de empresarios— a sus dos hijos sin erosionar el patrimonio en impuestos ni tensar la armonía familiar.
El patrimonio estaba mayoritariamente en liquidez y algunos inmuebles sueltos. Habían oído hablar de donaciones escalonadas y de holdings, pero desconocían cuál era la mejor secuencia. Las conversaciones en casa se volvían tensas: cada miembro imaginaba un reparto distinto y nadie sabía de impuestos sucesorios ni de gobierno familiar.
Durante los primeros meses realizamos un diagnóstico profundo: revisamos escrituras, contratos, plusvalías latentes y la fiscalidad de cada opción de traspaso. Con esa radiografía clara, propusimos una estrategia en tres pilares:
Durante un año ejecutamos la hoja de ruta paso a paso: dimos de alta la sociedad patrimonial, transferimos los primeros inmuebles, programamos las donaciones en vida para aprovechar reducciones autonómicas y montamos un cuadro de mando para la familia.
Siete años después, en 2025, los resultados hablan por sí solos. La factura fiscal de la transmisión se redujo aproximadamente un 27 %. El valor de los activos —impulsado por la estrategia inmobiliaria y la cartera bien balanceada— se ha revalorizado otro 20 %. Eso significa que la segunda generación no sólo ha recibido el legado intacto, sino que ha visto crecer su patrimonio hasta los 3,5 millones de euros, una mejora neta de 1,5 millones respecto al punto de partida.
Pero el logro no es sólo financiero. Donde antes había incertidumbre, hoy hay método: el Consejo Familiar decide en conjunto, los roces se han convertido en conversaciones productivas y los hijos se están formando para dirigir la inversión. Como resumía el primogénito hace poco en una conversación: «Ahora tomamos decisiones con rigor y, sobre todo, en armonía».
La experiencia demuestra que la educación financiera temprana acelera el relevo generacional y que mantener estructuras simples —dos vehículos bien diseñados, no más— permite controlar costes y riesgos. De cara a los próximos dos años nos proponemos tres metas: crear una fundación familiar enfocada en becas STEM, estudiar oportunidades inmobiliarias en el Sun Belt estadounidense y ofrecer un programa de liderazgo a los nietos, que aún son niños pero ya escuchan hablar de gobierno familiar como algo natural.
Así, el caso Aurelia ilustra cómo una Multi-Family Office puede convertir la ansiedad sucesoria en un plan sólido que preserva la riqueza, mejora la convivencia y abre camino a nuevas iniciativas con impacto.